Esta semana que entra se cierra un capítulo más de mi azarosa vida y pienso en las palabras que dirigiré antes de que acabe la clase a aquellos alumnos que se acercaron un día llenos de curiosidad algunos, otros de miedo y los menos de indiferencia, hacia una materia que en principio esta llena de sentido común y sobre todo de un profundo sentido de la percepción de lo importante de las personas. Me refiero a la Gestión del cambio y las competencias en el entorno laboral.
Para los legos en la materia, se trata de profundizar en las entrañas de las personas y sacar o averiguar de que pasta están hechas. A grandes rasgos parecería complejo ver más allá de lo pura fachada de las personas, pero a lo largo de las clases he podido ver la transformación de muchos de ellos y he podido palpar como empiezan a captar y a analizar lo que está más allá de lo evidente, descubren con otra visión las metáforas sobre la vida diaria que les propongo, empiezan a ver más profundamente en las personas y sobre todo empiezan a caminar hacia un mundo apasionante como es el saber sacar de las personas que nos rodean lo mejor de si mismas. Muchos de ellos escépticos al principio, se sienten profundamente atraídos por una disciplina, que en muchos casos nos enfrenta a nuestras propias miserias y debilidades, pero que rápidamente al verse reflejados, sienten una profunda sensación de rechazo ante lo que acaban de descubrir. En un mundo donde a nadie se les permite segundas oportunidades, que venga alguien a decirles que sus propios defectos o debilidades detectados recientemente, son fuente de profundas oportunidades de mejora, personal y profesional, cuando menos, zarandea sus más profundas creencias. Cuando alguien les dice que tienen la obligación de ser felices, que han venido a este mundo para cambiarlo, algunos me miran como si fuera un loco visionario que está fuera del tiempo y el espacio en el que vivimos "la desesperanza, como medio de vida". Pero sin embargo a medida que reflexionan, se dan cuenta de que el cambio es posible. Cuando empiezan a ver a la gente que les rodea, no como un competidor sino como un aliado en su crecimiento. Cuando aprenden los significados de las palabra perseverancia, trabajo, resiliencia, introspección, racionamiento, pensamiento conceptual, pensamiento estratégico y un sin fin de elementos que sabían que poseían pero que nadie se había ocupado de posicionar en sus vidas.
Por que entonces titulo esta entrada del blog, " La esperanza llama a la puerta mil veces". el simple echo de ver la transformación aunque fuera de uno solo de mis alumnos me produciría un torrente de placer inimaginable, sin embargo y para mi completa dicha, observo que en muchos de ellos a pesar de que el entorno que nos rodea se empeña en decirnos lo contrario, tienen esperanzas, tienen sed de cambio, tienen la curiosidad del que se abre a un mundo nuevo en el que todo está por explorar. Quizás el pragmatismo de los tiempos que vendrán los apacigüe, pero me conformo con que uno de ellos recuerde que siempre hay esperanzas, que el cambio empieza por uno mismo.
Hay esperanza por que estamos rodeados de una inmenso talento, de personas hermosas y bellas llenas de una energía que tenemos la obligación de canalizar y de dirigir hacia cotas de desarrollo personal más elevadas.
Hay esperanza por que todos los días me topo con gente maravillosa, que trata de cambiar el mundo desde lo cotidiano, desde lo pequeño, desde lo inmediato, que nos enseñan que el futuro empieza hoy, que debemos aprender a disfrutar del camino y no preocuparnos por el destino.
En fín llamadme loco, llamadme iluminado si queréis. Pero mientras alguna de las personas que me escuchen, que me lean o que me miren sientan que tengo un atisbo de razón en mis planteamientos, sentiré que la esperanza llama de nuevo a mi puerta. Que llame a la tuya solo depende de ti, ¿a que esperas?.
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La vida consiste en disfrutar del camino, no en llegar al destino. |